Primeras palabras
Pasaron los días y las noches. Durante todos ellos, el hombre no hizo más que empeorar las cosas. No escuchó su palabra, no aprendió nada. Seguía, ignorante, arrogante, por el camino recto de la autodestrucción. Y Zaratustra lo veía pero nada hacía, pues se lo merecía. Pero Zaratustra también veía a la mujer. Y durante aquellos siglos de observación ininterrumpida acabó por sentir algo humano. Sintió lastima de verla arrastrada por el camino equivocado. Pero no solo eso, sintió algo más. Algo que no sabía como describir, nuevo para él. Algo que le movió a salir de nuevo. Sintió que debía ayudar, volver a hacer oír su sabia palabra. Ayudaría al hombre aprovechándose de sus nuevas tecnologías, pero lo haría solo por ella. Fue así como Zaratustra dejó escritas estas enigmáticas palabras:
Es tan tarde ya. Tan oscura la noche. Y sin embargo he de estudiar. Estudiar un examen, dos tres... ¡Qué más da! Cuando no paras de pensar piensas demasiado. Demasiadas cosas. Te encierras en ti mismo. Tu concentración se transforma en contemplación. Y entonces surge la idea. Desvelar esa palabra sensata que se esconde y guarda en tu mente. Liberar esa tensión. Fue pensar y actuar, como en los viejos tiempos.
Y así fue como Zaratustra abrió este blog.
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